Como comunidades de fe, las escuelas católicas inculcan en los estudiantes su destino de convertirse en santos. La excelencia académica es el sello distintivo de la educación católica dirigida intencionalmente al crecimiento de la persona en su totalidad: mente, cuerpo y espíritu. Finalmente, el servicio es fundamental para la educación católica y el núcleo del discipulado católico. El servicio está destinado a ayudar a formar personas que no solo sean testigos de la enseñanza social católica, sino también participantes activos a través del aprendizaje social.